¿Cómo elegir un SSD?
27 diciembre 2018Última modificación: 27 diciembre 2018
¿Para qué equipar el ordenador con un disco SSD?
Sin duda, el montaje de un disco SSD en el ordenador es una de las mejores modernizaciones en las que invertir para mejorar sustancialmente su rendimiento y conseguir una comodidad de trabajo que pocos usuarios conocen. No obstante, al igual que con cada tecnología nueva, todavía tendrá que pasar mucho tiempo hasta que los potenciales usuarios entiendan los beneficios que proporciona esta inversión, al parecer costosa.
Una dificultad añadida a la hora de elegir el SSD adecuado es la oferta de este tipo de discos cada vez más amplia en el mercado. La cantidad de productos y parámetros disponibles, multiplicada adicionalmente por el número de posibles aplicaciones para las que decidimos comprar un SSD, hace que la elección de este tipo de producto muchas veces se nos plantee como un gran reto.
¿Qué es exactamente un SSD y en qué se diferencia de un disco duro clásico?
SSD (Solid State Drive en inglés) es un tipo de memoria de almacenamiento masivo utilizado para el almacenamiento de datos en nuestros ordenadores. Hasta hace poco, ese papel lo desempeñaban únicamente los discos duros tradicionales (HDD), pero gracias al desarrollo dinámico de las tecnologías informáticas con el tiempo se llegó a entender que esa tecnología antigua no cumplía las necesidades del e-mundo de hoy.
Los discos HDD tradicionales almacenan los datos en discos (platos) empleando un cabezal móvil para el registro. Simplificando: cada vez que queramos acceder a nuestros datos, el cabezal se desplaza por la superficie del disco giratorio para encontrar los datos que nos interesan. Un disco duro estándar es capaz de realizar acerca de 100 operaciones de lectura y registro por segundo (IOPS) y tarda hasta 15 milisegundos en acceder a los datos.
El disco SSD, a su vez, no cuenta con elementos móviles algunos: estos se han sustituido por una memoria NAND Flash permitiendo realizar hasta 100.000 operaciones de lectura y registro por segundo. Al mismo tiempo, esto reduce más de 100 veces el tiempo necesario para acceder a los datos (hasta 0.1 milisegundo).
Las diferencias estructurales se traducen en una serie de ventajas adicionales. La ausencia de piezas móviles en el SSD hace que el disco sea mucho más resistente a los impactos físicos, lo cual permite minimizar el riesgo de pérdida de los datos en caso de choque o caída. Los discos SSD se caracterizan también por mucha más eficiencia energética, lo cual resulta en la prolongación del tiempo de trabajo con la batería del portátil.
Otra ventaja del uso de la memoria flash es la posibilidad de reducir sustancialmente el tamaño físico el disco con respecto al formato tradicional 2,5”. Gracias a la flexibilidad de distribución de los componentes, la superficie del disco SSD puede ser incluso en 90% más pequeña de la del disco tradicional. Esto permite instalar el disco incluso en los ultrabooks más finos o en ordenadores de mesa tipo All-In-One que incorporan toda la estructura en la carcasa de la pantalla.
Comparación de la construcción de un disco duro y un SSD.
¿Cuáles son las diferencias entre los distintos SSD?
Cada SSD cuenta con una serie de características y parámetros que definen su uso final. Tienen que ver con el rendimiento, la fiabilidad, la compatibilidad y, finalmente, el precio. Ahora vamos a explicar cómo elegir un SSD que cumpla con nuestras expectativas sin suponer un gasto excesivo.
El parámetro básico en el que hay que fijarse a la hora de comprar el disco es su forma e interfaz. En la actualidad, más del 95% de los discos SSD comercializados están disponibles en el formato 2,5” con el conector SATA III. Como este estándar ya lleva tiempo en el mercado, permite una migración fácil de los discos duros tradicionales que se suelen ofrecer con ese mismo estándar, asegurando con ello una velocidad más que satisfactoria. Otra ventaja de la interfaz SATA es su compatibilidad con generaciones anteriores (la llamada «retrocompatibilidad»). Un SSD provisto de la interfaz SATA III se puede instalar tranquilamente en un ordenador equipado con la interfaz SATA II o SATA I. Eso quiere decir que los SSD se pueden instalar exitosamente incluso en ordenadores que ya tengan más de 14 años, que es el tiempo que lleva el estándar SATA en el mercado. No obstante, merece la pena recordar que, debido al ancho de banda inferior de los estándares SATA I y SATA II (150 MB/s y 300 MB/s, respectivamente), la conexión de un SSD nuevo a un ordenador más antiguo puede llegar a reducir su velocidad.
Otra característica en la que cabe fijarse a la hora de elegir el SSD adecuado es la carcasa que reviste el mismo. La mayoría de los discos en formato 2,5” tiene carcasas de 7 mm de espesor. Como muchos portátiles (sobre todo de las generaciones más antiguas) cuenta con puertos de montaje de los discos de 9,5 mm de espesor, antes de la compra es buena idea comprobar si el disco viene con un separador. Un separador garantizará la compatibilidad independientemente de la profundidad del puerto (7 mm o 9,5 mm). El tipo de puerto del equipo se puede comprobar en el manual de uso del ordenador o de la placa base. El SSD más común es el que lleva el conector SATA, en formato 2,5” y 7 mm de espesor.
Rendimiento del SSD
Otro parámetro, que muchos usuarios consideran el más importante, es el rendimiento del disco. Este parámetro define la velocidad con la que nuestro ordenador reaccione a nuestros comandos y afecta la comodidad de uso general del ordenador y el confort del trabajo. El rendimiento se expresa con dos parámetros distintos. El primero, que define el ancho de banda con el que nuestro disco vaya a realizar operaciones en los archivos, es la velocidad del disco en megabytes por segundo (MB/s) especificada tanto para lectura como para escritura. Los discos SSD modernos, provistos de la interfaz SATA III, permiten alcanzar la transmisión a nivel de 500 MB/s, lo cual supera incluso en 5 veces el valor conseguido por los discos de platos equipados con el mismo tipo de conector. Los discos SSD recientes, equipados con el conector PCI-e con la interfaz NVMe, son incluso más rápidos al alcanzar una velocidad de hasta 2,5 GB/s. Esa velocidad se suele apreciar sobre todo en el ámbito profesional, mientras que para la mayoría de los usuarios va a ser plenamente suficiente la que ofrece la interfaz SATA III.
Otro parámetro, el número de operaciones de entrada/salida por segundo (IOPS), indica el número de operaciones que nuestro disco sea capaz de realizar en un segundo. Al igual que en el caso de la velocidad, el parámetro IOPS se especifica tanto para lectura como para registro. Un SSD estándar basado en la interfaz SATA III alcanza el parámetro IOPS a nivel de 50.000, mientras que los discos más rápidos disponibles son capaces de procesar incluso 100.000 operaciones por segundo. A modo de comparación: los discos de platos actuales, ofrecidos para el uso en casa, realizan tan solo 100 operaciones por segundo.
Al analizar todos estos parámetros, hay que recordar que las especificaciones indicadas por los fabricantes se pueden conseguir en unas condiciones muy concretas, por lo que distintos tipos de ensayos reflejan distintas modalidades de trabajo de los discos. Algunos discos son capaces de mantener cierto parámetro durante mucho tiempo, mientras que otros podrán alcanzar determinada velocidad solamente durante un momento breve. Así pues, a la hora de comparar discos, los usuarios más exigentes deberían fijarse en la metodología de ensayo y comparar los resultados de las pruebas realizadas con los mismos programas. Los discos basados en la interfaz PCI-e son los productos más rápidos disponibles en el mercado.Los discos basados en la interfaz PCI-e son los productos más rápidos disponibles en el mercado.
Fiabilidad y resistencia del disco SSD
Pasemos ahora al tema de la fiabilidad: un aspecto de especial relevancia para los usuarios que procesan grandes cantidades de archivos o almacenan datos importantes. La vida útil del disco, el parámetro más importante para muchos usuarios, se marca con los parámetros misteriosos TBW y MTBF, y resulta directamente del tipo de componente NAND flash utilizado. En la actualidad, los componentes más populares utilizados en SSD son los de tecnología TLC (Triple-Level-Cell) y MLC (Multi-Level-Cell). Los componentes TLC ofrecen el rendimiento y la fiabilidad que deben satisfacer al usuario medio. Los usuarios más exigentes, que requieren más estabilidad y comodidad de trabajo de su SSD, deberían fijarse en discos ejecutados en la tecnología MLC, la cual supera a su competidora a nivel de rendimiento y fiabilidad.
Volvamos ahora a las abreviaturas: el parámetro TBW (Total Bytes Written) determina la vida útil del disco expresada en gigabytes. La cantidad de datos registrados por los usuarios durante el día varía bastante, pudiendo ser de cientos de megabytes a decenas de gigabytes. El parámetro TBW para los discos basados en la memoria TLC debería ser suficiente para el usuario medio incluso mucho después del vencimiento de la garantía, que para esos productos suele ser de 3 años. Los discos basados en la memoria MLC ofrecen el parámetro TBW a menudo mucho superior a las necesidades del usuario medio. Sus fabricantes a menudo ofrecen 5 años de garantía asegurando al mismo tiempo que el tiempo de funcionamiento del disco será mucho más amplio. Al comparar la oferta de los distintos fabricantes, cabe tener en cuenta que muchos de ellos limitan el período de garantía también por el parámetro TBW. Esto quiere decir que el ejercicio de la garantía no se admite, si el usuario excede la cantidad de datos escritos determinada en las condiciones, incluso si el período de garantía general todavía no ha vencido.
El parámetro MTBF (Mean Time Between Failures), medido en horas, expresa el «tiempo medio entre averías». Aunque los valores indicados con este parámetro no se deben interpretar literalmente, seguramente sea útil para determinar cuánto tiempo debería servir el disco sin averiarse. Presentación del parámetro TBW en el tiempo a base de ejemplos de SSD disponibles en el mercado.
¿Qué disco elegir?
Teniendo en cuenta los múltiples parámetros ofrecidos, la compra de un SSD puede suponer un gran reto. Los principios descritos a continuación podrán ayudar a los usuarios vacilantes o nuevos a tomar la decisión correcta:
Fíjate en la interfaz de tu ordenador. Al ser SATA I o SATA II, la velocidad del disco estará limitada al estándar de conector en cuestión. No obstante, independientemente del conector, notarás una gran comodidad de trabajo y el incremento de rendimiento de tu ordenador.
Acuérdate de comprar el SSD con un separador. Este elemento, tan trivial al parecer, podrá hacer que tu disco esté mucho mejor insertado en el ordenador, aumentando la seguridad de tus datos.
El montaje de un disco 2,5” en un ordenador de mesa puede requerir el uso de adaptadores adicionales al formato 3,5” en el que se solían fabricar antes los discos duros. La mayoría de las carcasas de ordenador nuevas ya está adaptada al formato 2,5” sin necesidad de adaptadores adicionales.
Si lo que te interesa es el máximo rendimiento, fíjate en la metodología de ensayo a la hora de comparar discos.
Si lo que te interesa es el aumento de fiabilidad, elige discos basados en la memoria MLC.
Fíjate en las condiciones de garantía e infórmate si el fabricante las limita en función del parámetro TBW.